CUENTOS DE HADAS

La mayoría de nosotros hemos leído cuentos de hadas a lo largo de
nuestras vidas y mas de uno podemos afirmar que nos pasábamos soñando e
imaginando esas historias, muchos recuerdos felices de mi infancia tienen que
ver con cuentos de hadas y fantasías que se manifestaban en nuestros juegos.
A los niños les encanta escuchar historias fantásticas, sentirse los
protagonistas e identificarse con un personaje. Los cuentos estimulan su
imaginación y su memoria, les enseña el gusto por la lectura, les transmite valores,
sentimientos y es una excelente manera de pasar el tiempo en familia.
CUENTOS DE HADAS Y DUENDES

Dos duendes y dos deseos

Hubo una vez, hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que ni siquiera
el existían el día y la noche, y en la tierra sólo vivían criaturas mágicas y
extrañas, dos pequeños duendes que soñaban con saltar tan alto, que pudieran
llegar a atrapar las nubes.
Un día, la Gran Hada de los Cielos
los descubrió saltando una y otra vez, en un juego inútil y divertido a la vez,
tratando de atrapar unas ligeras nubes que pasaban a gran velocidad. Tanto le
divirtió aquel juego, y tanto se rio, que decidió regalar un don mágico a cada
uno.
- ¿Qué es lo que
más desearías en la vida? Sólo una cosa, no puedo darte más - preguntó al que
parecía más inquieto.
El duende,
emocionado por hablar con una de las Grandes Hadas, y ansioso por recibir su
deseo, respondió al momento.
- ¡Saltar! ¡Quiero
saltar por encima de las montañas! ¡Por encima de las nubes y el viento, y más
allá del sol!
- ¿Seguro? - dijo
el hada - ¿No quieres ninguna otra cosa?
El duendecillo,
impaciente, contó los años que había pasado soñando con aquel don, y aseguró
que nada podría hacerle más feliz. El Hada, convencida, sopló sobre el duende
y, al instante, éste saltó tan alto que en unos momentos atravesó las nubes,
luego siguió hacia el sol, y finalmente dejaron de verlo camino de las
estrellas.
El Hada, entoces,
se dirigió al otro duende.
- ¿Y tú?, ¿qué es
lo que más quieres?
El segundo duende,
de aspecto algo más tranquilo que el primero, se quedó pensativo. Se rascó la
barbilla, se estiró las orejas, miró al cielo, miró al suelo, volvió a mirar al
cielo, se tapó los ojos, se acercó una mano a la oreja, volvió a mirar al
suelo, puso un gesto triste, y finalmente respondió:
- Quiero poder
atrapar cualquier cosa, sobre todo para sujetar a mi amigo. Se va a matar del
golpe cuando caiga.
En ese momento,
comenzaron a oír un ruido, como un gritito en la lejanía, que se fue acercando
y acercando, sonando cada vez más alto, hasta que pudieron distinguir
claramente la cara horrorizada del primer duende ante lo que iba a ser el
tortazo más grande de la historia. Pero el hada sopló sobre el segundo duende,
y éste pudo atraparlo y salvarle la vida.
Con el corazón casi
fuera del pecho y los ojos llenos de lágrimas, el primer duende lamentó haber
sido tan impulsivo, y abrazó a su buen amigo, quien por haber pensado un poco
antes de pedir su propio deseo, se vio obligado a malgastarlo con él. Y
agradecido por su generosidad, el duende saltarín se ofreció a intercambiar los
dones, guardando para sí el inútil don de atrapar duendes, y cediendo a su
compañero la habilidad de saltar sobre las nubes. Pero el segundo duende, que
sabía cuánto deseaba su amigo aquel don, decidió que lo compartirían por
turnos. Así, sucesivamente, uno saltaría y el otro tendría que atraparlo, y
ambos serían igual de felices.
El hada, conmovida
por el compañerismo y la amistad de los dos duendes, regaló a cada uno los más
bellos objetos que decoraban sus cielos: el sol y la luna. Desde entonces, el
duende que recibió el sol salta feliz cada mañana, luciendo ante el mundo su
regalo. Y cuando tras todo un día cae a tierra, su amigo evita el golpe, y se
prepara para dar su salto, en el que mostrará orgulloso la luz de la luna
durante Autor toda la noche.

.
. Pedro Pablo Sacristán
. Pedro Pablo Sacristán
Hadas de colores
Había una vez un país, llamado Fantasía, donde vivían hadas de
colores, duendecillos, brujos y brujas que no querían que el reino de la
Fantasía estuviera lleno de color y alegría.
Lumilda , era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba
mucho, cuando contaban cuentos a los niños.
-No quiero que cuenten cuentos a los niños, porque aprenderán a
escuchar, tendrán imaginación, fantasía, ilusión, y lo que es peor, buenos sentimientos
en su corazón.
-¡ No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo!
Entró, en su castillo, y cogió su libro embrujado y con voz muy
fuerte dijo:
-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis
escuchar, nuestra magia, tenemos que
unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.
Cuando dijo esto, en el cielo, se vieron relámpagos y se escucharon
truenos, la magia de los brujos se había unido y el hechizo de Lumilda se había
cumplido.
Y desde ese momento, en el mundo de la realidad, no se volvieron a
contar cuentos.
El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a
contárselo al hada Naranja que era el Hada de los niños.
-Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y
han hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.
-Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver
que podemos hacer.
Cogió su campanilla mágica y empezó a tocarla:
TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
Cuando las hadas de colores escucharon la
campanilla mágica, fueron al palacio del hada Naranja, y allí se
enteraron de lo que había hecho Lumilda.
-¡No dejaremos que se salga
con la suya!
Dijeron enfadadas.
-¡Claro, que no la
dejaremos!. Dijo el Hada Naranja.
-Nosotras, al mundo de la
realidad iremos, y cuentos a los niños contaremos, de este modo, no perderán la
fantasía, la ilusión, la imaginación y los buenos sentimientos en su corazón.
Todas las hadas, hicieron un
corro, y con una voz muy dulce cantaron:
-Somos hadas de colores,
-que al mundo real iremos,
-y allí a los niños,
-muchos cuentos contaremos.
Mientras cantaban, iban colocando una piedra de color en el centro,
de las piedras de colores salieron muchos caminos, y cada hada cogió uno
distinto, que las llevaría al mundo de la realidad, para contar cuentos a los
niños.
Gracias a las Hadas de colores, los niños pudieron seguir
escuchando cuentos.
Fin

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