sábado, 10 de noviembre de 2012

CUENTOS DE HADAS Y DUENDES



CUENTOS DE HADAS


La mayoría de nosotros hemos leído cuentos de hadas a lo largo de nuestras vidas y mas de uno podemos afirmar que nos pasábamos soñando e imaginando esas historias, muchos recuerdos felices de mi infancia tienen que ver con cuentos de hadas y fantasías que se manifestaban en nuestros juegos.

A los niños les encanta escuchar historias fantásticas, sentirse los protagonistas e identificarse con un personaje. Los cuentos estimulan su imaginación y su memoria, les enseña el gusto por la lectura, les transmite valores, sentimientos y es una excelente manera de pasar el tiempo en familia.





CUENTOS DE HADAS Y DUENDES                 



Dos duendes y dos deseos



Hubo una vez, hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que ni siquiera el existían el día y la noche, y en la tierra sólo vivían criaturas mágicas y extrañas, dos pequeños duendes que soñaban con saltar tan alto, que pudieran llegar a atrapar las nubes.
Un día, la Gran Hada de los Cielos los descubrió saltando una y otra vez, en un juego inútil y divertido a la vez, tratando de atrapar unas ligeras nubes que pasaban a gran velocidad. Tanto le divirtió aquel juego, y tanto se rio, que decidió regalar un don mágico a cada uno.
- ¿Qué es lo que más desearías en la vida? Sólo una cosa, no puedo darte más - preguntó al que parecía más inquieto.
El duende, emocionado por hablar con una de las Grandes Hadas, y ansioso por recibir su deseo, respondió al momento.
- ¡Saltar! ¡Quiero saltar por encima de las montañas! ¡Por encima de las nubes y el viento, y más allá del sol!
- ¿Seguro? - dijo el hada - ¿No quieres ninguna otra cosa?
El duendecillo, impaciente, contó los años que había pasado soñando con aquel don, y aseguró que nada podría hacerle más feliz. El Hada, convencida, sopló sobre el duende y, al instante, éste saltó tan alto que en unos momentos atravesó las nubes, luego siguió hacia el sol, y finalmente dejaron de verlo camino de las estrellas.
El Hada, entoces, se dirigió al otro duende.
- ¿Y tú?, ¿qué es lo que más quieres?
El segundo duende, de aspecto algo más tranquilo que el primero, se quedó pensativo. Se rascó la barbilla, se estiró las orejas, miró al cielo, miró al suelo, volvió a mirar al cielo, se tapó los ojos, se acercó una mano a la oreja, volvió a mirar al suelo, puso un gesto triste, y finalmente respondió:
- Quiero poder atrapar cualquier cosa, sobre todo para sujetar a mi amigo. Se va a matar del golpe cuando caiga.
En ese momento, comenzaron a oír un ruido, como un gritito en la lejanía, que se fue acercando y acercando, sonando cada vez más alto, hasta que pudieron distinguir claramente la cara horrorizada del primer duende ante lo que iba a ser el tortazo más grande de la historia. Pero el hada sopló sobre el segundo duende, y éste pudo atraparlo y salvarle la vida.
Con el corazón casi fuera del pecho y los ojos llenos de lágrimas, el primer duende lamentó haber sido tan impulsivo, y abrazó a su buen amigo, quien por haber pensado un poco antes de pedir su propio deseo, se vio obligado a malgastarlo con él. Y agradecido por su generosidad, el duende saltarín se ofreció a intercambiar los dones, guardando para sí el inútil don de atrapar duendes, y cediendo a su compañero la habilidad de saltar sobre las nubes. Pero el segundo duende, que sabía cuánto deseaba su amigo aquel don, decidió que lo compartirían por turnos. Así, sucesivamente, uno saltaría y el otro tendría que atraparlo, y ambos serían igual de felices.
El hada, conmovida por el compañerismo y la amistad de los dos duendes, regaló a cada uno los más bellos objetos que decoraban sus cielos: el sol y la luna. Desde entonces, el duende que recibió el sol salta feliz cada mañana, luciendo ante el mundo su regalo. Y cuando tras todo un día cae a tierra, su amigo evita el golpe, y se prepara para dar su salto, en el que mostrará orgulloso la luz de la luna durante Autor toda la noche.
.


. Pedro Pablo Sacristán  



Hadas de colores

Había una vez un país, llamado Fantasía, donde vivían hadas de colores, duendecillos, brujos y brujas que no querían que el reino de la Fantasía estuviera lleno de color y alegría.
Lumilda , era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba mucho, cuando contaban cuentos a los niños.
-No quiero que cuenten cuentos a los niños, porque aprenderán a escuchar, tendrán imaginación, fantasía, ilusión, y lo que es peor, buenos sentimientos en su corazón.
-¡ No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo!
Entró,  en su castillo,  y cogió su libro embrujado y con voz muy fuerte dijo:
-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis escuchar,  nuestra magia, tenemos que unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.

Cuando dijo esto, en el cielo, se vieron relámpagos y se escucharon truenos, la magia de los brujos se había unido y el hechizo de Lumilda se había cumplido.

Y desde ese momento, en el mundo de la realidad, no se volvieron a contar cuentos.

El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a contárselo al hada Naranja que era el Hada de los niños.

-Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y han hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.

-Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver que  podemos hacer.

Cogió su campanilla mágica y empezó a tocarla:

 TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
 TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN

Cuando las hadas de colores escucharon la
campanilla mágica, fueron al palacio del hada Naranja, y allí se enteraron de lo que había hecho Lumilda.

 -¡No dejaremos que se salga con la suya!

 Dijeron enfadadas.

 -¡Claro, que no la dejaremos!. Dijo el Hada Naranja.

 -Nosotras, al mundo de la realidad iremos, y cuentos a los niños contaremos, de este modo, no perderán la fantasía, la ilusión, la imaginación y los buenos sentimientos en su corazón.
 Todas las hadas, hicieron un corro, y con una voz muy dulce cantaron:
 -Somos hadas de colores,
 -que al mundo real iremos,
-y allí a los niños,
-muchos cuentos contaremos.
Mientras cantaban, iban colocando una piedra de color en el centro, de las piedras de colores salieron muchos caminos, y cada hada cogió uno distinto, que las llevaría al mundo de la realidad, para contar cuentos a los niños.

Gracias a las Hadas de colores, los niños pudieron seguir escuchando cuentos.

Fin




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